Tuvo que esperar cientos de siglos a que desenterraran su paciente esqueleto, para sentirse por primera vez acariciado, admirado en su rareza. Encerrada en la vitrina de un museo, su truncada dentadura me sonríe con inquietante complicidad.
miércoles, 21 de mayo de 2008
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1 comentario:
Tú no tendrás que esperar tanto...
Besos.
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