Ha muerto la mujer de mi mejor amigo. Lo acompaño al entierro y allí, en el crematorio, nos asalta un olor a despedida y a ceniza. En silencio, frente a frente, sin miradas de reproche, compartimos el último perfume de la mujer que amamos más que a nuestra propia vida.
lunes, 19 de mayo de 2008
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