lunes, 28 de abril de 2008

Nocturno

¿A qué llamamos luz sino a esta herida que se mantiene abierta en nuestra noche?

La lechuza es solitaria, pero entiende.

domingo, 27 de abril de 2008

Galope muerto

Yegua negra del recuerdo, junto a ti me abrevo en las heridas de su ausencia. Paso a paso la seguimos con los párpados segados. Tras nosotros, sólo el rastro de una sombra que se alarga; por delante, los robados porvenires; a mis pies -incesante, sin rumbo, soberano-, tu galope.

sábado, 26 de abril de 2008

Musa

A veces es el águila que inventa el Norte, la muchacha que arrebata de la rama las cerezas sangrientas, el hocico de un caballo cuyo vaho asciende con el alba (¿cómo es que puede contenerlo el mundo?): y aquí la fiebre que se enciende al contacto con las cosas -blanca corola, tumba, melodía-, lluvia o granizo que vulnera la quietud del lago. La muesca del relámpago la apresa la pupila. Las manos manan. El roturado corazón, península del cielo, florece al sol por sus heridas.

jueves, 24 de abril de 2008

Yo y tú

El fin no es un naufragio redentor: no es sino este lento estancarse todas las cosas. Palabras, latidos, afectos que iban y venían impulsados por el vigor de su precipitado origen, de pronto nada más que lengua muerta, helado corazón, caricia detenida. ¿Qué fruto habría de brotar de aquella tierra yerta? ¿Quién tejerá de nuevo lo que ellos, irrevocables y precisos, destejieron? ¿Cómo anudar un cuerpo y otro cuerpo que unánimes en llama ardían? ¿Dónde reconocerlos en esta hoguera extinta, en el jadeo exhausto de la ceniza imponderable?

lunes, 21 de abril de 2008

Hoy es siempre todavía

¿Qué extraño desvarío, qué funesto desenfoque nos persuadió de que el pasado se ha perdido y no ganado para siempre?

martes, 15 de abril de 2008

Hermanos

Han hecho de la soledad su fiebre y su morada: Diógenes el cínico, el ciego en su tiniebla, Gagarin frente al cosmos, el filósofo en Sils Maria y la locura, la cruz en el Calvario, la daga entre las sábanas, el árbol del ahorcado, el mar la mar el mar sólo la mar, quien ignora el amor, el monte Fuji, la rabia oscura del puma, yo.

lunes, 14 de abril de 2008

Zapatos vacíos

Sólo quien volvió de noche a casa, y las lanzas incesantes de la lluvia han vulnerado su calor y la oscuridad circundante lo ha extraviado aunque ha seguido su camino, y encuentra en su dormitorio, como oscuras bocas hambrientas o implorantes o acaso sólo mudas, unos zapatos vacíos que sostuvieron siempre el cuerpo amado puede escuchar, con conciencia de estar vivo sin haber sobrevivido, la balada del adiós y la distancia.

martes, 8 de abril de 2008

Sonando a lejanía

A veces, te gustaría sentir que tu vida es un sueño tan frágil que bastaría parpadear para que se desvaneciera. Y sin embargo, huérfano de carencias, has llegado a esta noche fatigado tal vez de saberte, al fin y para siempre, indestructible.

Dirán lo que fuiste

No olvidaré la flor solitaria que esparcía su perfume a la sombra de la piedra cifrada, ni la boca que trepó a mi garganta como yedra que anhelaba mi aliento. Tampoco la patria cuyo fuego ondea en una bandera azotada, ni el corazón abatido que ante ella se rinde. No olvidaré la despedida de lo que se desea y se teme, ni la nostalgia de lo que nunca fue ni será jamás. Todo aquello que se me ha ofrecido y no he amado. Puertas que no atravesaré, que hacen el universo más vasto y recóndito y que, con su desoída promesa, me esperan.

Y recuerdo también las trompetas gloriosas de Mahler. El dolor por la muerte de un negro en Memphis, Tennessee. El tomillo y romero en la tierra que horadó el sudor de mi abuelo y el hijo que vuelve al abrazo del padre en el cuadro de Rembrandt. El calmo latido de un atardecer que se extiende a los pies de la noche y aquel cuerpo aferrado a mi sangre que hoy es ceniza. La risa de Rocío que concentra, cuando irrumpe, toda la claridad del mundo. Las palabras que huelen a derrota y coraje. La fusión de tu nombre y mi nombre en nosotros. Y agradezco, porque nadie ha recibido la bendición de amarlo todo, estas cosas que mantienen unida la frágil y efímera materia de que estoy hecho y que, como una sombra sostenida en pie cuando yo haya caído, dirán lo que soy y lo que he sido.

Fastidiosas matemáticas

Entre la opción adecuada y la más simple, el hombre elegirá -invariablemente- la más simple. Entre la opción correcta y la más complicada, la mujer escogerá -fatalmente- la más complicada. Las rectas paralelas acaban abrazándose en algún punto del infinito, que es -nadie lo ignora- el único lugar vedado a los insensatos mortales.