El fin no es un naufragio redentor: no es sino este lento estancarse todas las cosas. Palabras, latidos, afectos que iban y venían impulsados por el vigor de su precipitado origen, de pronto nada más que lengua muerta, helado corazón, caricia detenida. ¿Qué fruto habría de brotar de aquella tierra yerta? ¿Quién tejerá de nuevo lo que ellos, irrevocables y precisos, destejieron? ¿Cómo anudar un cuerpo y otro cuerpo que unánimes en llama ardían? ¿Dónde reconocerlos en esta hoguera extinta, en el jadeo exhausto de la ceniza imponderable?
jueves, 24 de abril de 2008
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2 comentarios:
"Desde donde la cúpula del día se ve como un cráneo iluminado que piensa en la verdad."
No sé si en La Torre... o en El Diario... pero recuerdo haber leído estas palabras.
Bueno, ya me sacarás de la duda.
Me pasearé por este jardín siempre que pueda. Pero descalza, para no molestar :).
Un saludo.
Aquí te espero.
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