La ciudad y tú tenéis vuestro perfil inaccesible, vuestras esquinas clausuradas. ¿Qué importan las conquistas del ayer si el hoy es privación, trinchera y fuga? Recorro con mis manos las murallas en busca de la grieta vulnerable, la caricia lograda. Tu lengua (no el viento) lame mis dedos, tus ojos (no el sol) hieren mi desnudez, tu vientre (no el río) anega mi cuerpo. He perdido la ciudad (y a mí) para ganarte. Cuánta penumbra precisan las victorias.
viernes, 15 de agosto de 2008
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1 comentario:
Eurekaaa!!!
Gran verdad, siempre la penumbra
'alumbra' la esencia de lo verdadero, la precede y la inunda... saber andar entre nubes oscuras sabiendo que la luz espera.
No todo el mundo tiene paciencia.
Sigo lamentando comentar con un blog cerrado, pero me da verguenza, el mio es un poco flojo.
n.n
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