La carne es la semilla de la muerte
y nos cobija.
Busco la eternidad bajo tu pecho.
Sólo encuentro un festín
de senos amputados de la gracia.
El choque de los órganos hinchados
ahoga las gargantas.
Flujos, llanto, sudor y sangre,
nos vaciamos contra el otro
en veneros de ceniza.
¿Me gimes te quiero o es un alarido?
La noche nos arranca de su vientre.
La eternidad hiede a carne podrida al bostezar.
Algo amanece.
domingo, 22 de junio de 2008
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