Caminas. El sol penetra en las ramas. En el otoño, que se deshace a tus pies en infinitas hojas (únicas, ardientes como cada instante que has vivido), tú. El espejo del pasado se quiebra y brilla en infinitos fragmentos al golpe de la luz. No hay miedos. Entre la vida y el sueño, envés y revés del tiempo que el viento desprende, caminas.
jueves, 10 de enero de 2008
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