En el parque, una esquiva brisa desprende las hojas últimas del castaño, que caen sobre ti como una lluvia de manos. Atrapas una al vuelo, vuelves a casa y contemplas en silencio su forma perfecta, sus nervaduras sangrientas. Sacas su libro de las estanterías y guardas la hoja entre sus páginas. Quieres resguardar, ante el brutal regreso del invierno, la herrumbre irreversible e indeleble del otoño.
jueves, 10 de enero de 2008
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1 comentario:
Qué fuerte y profundo dentro del mágico momento vivido.
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