sábado, 29 de marzo de 2008

Todos los fuegos el fuego

Amaste una vez, quién lo duda. Encendiste con ella el fuego que cada hombre tiene que prender para amparar su sangre. Pero eso fue hace mucho tiempo. Algo pasó. No pudiste mantener el fuego o fuiste indigno de hacerlo. No lo sabes. Intentaste reencontrarlo en otros cuerpos ante cuyo tacto ardieras como la yesca. Pero en vano. Sólo has encontrado brasas ya casi extinguidas que apenas consiguieron disipar el frío.

Recuerdas hoy a las mujeres -nombre, rostro y su dolor- y las plegarias que trataron de acercarte y mantenerte cerca. ¿Sólo es humo tibio lo que ofrecen a tu carne nunca trémula? ¿O es que son sus labios al besarte los que besan la ceniza?

jueves, 27 de marzo de 2008

El primer paso

Miraste tanto tiempo adentro, amigo, que te has quedado sin afueras. Preso de una nostalgia sin ventanas, te lanzas a la fuga y no hay adónde.